Distancia de rescate, de Samanta Schweblin (Literatura Random House, 2015)

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Los viajes tienen una virtud esencial reconocida por la mayoría, y es que nos permiten enajenarnos. Viajar es sinónimo de crecer, dicen. Por eso casi todos los relatos de aprendizaje se desarrollan gracias al desplazamiento del personaje principal, que abandona su lugar de origen y se enfrente a una serie de retos por el camino hasta regresar transformado y cerrar, así, el círculo. Una ida y una vuelta, como subtitula Tolkien su Hobbit, representan ese enajenamiento, puesto que quien regresa no es nunca quien partió en primer lugar. Claro que estos viajes lo son en un sentido preindustrial, cuando se realizaban a caballo o a pie y representaban un auténtico desafío. La comodidad y la velocidad del avión, el tren o el automóvil hacen ahora impensables los preparativos que antes eran forzosos. Se ha instalado sobre el viaje cierta seguridad que, podría argumentarse, lo ha desvirtuado; al menos ha minimizado su componente de aventura, siempre que esta no se busque de forma expresa. Seguir leyendo «Distancia de rescate, de Samanta Schweblin (Literatura Random House, 2015)»