Vive o muere, de Anne Sexton (Vitruvio, 2009)

Los seres humanos tenemos la necesidad de imponer orden a un entorno que, a menudo, se nos presenta caótico. Por eso buscamos con insistencia patrones y repeticiones; por eso ideamos listas como el «club de los 27», un lugar en el que reunir a los músicos y cantantes fallecidos con esa edad —Joplin, Hendrix, Morrison, Cobain y Winehouse entre otros—. Es cierto que la acumulación de nombres, aunque se deba a la coincidencia, es curiosa. Algo similar ocurre con las poetas suicidas. Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik ponen fin a su vida de forma voluntaria; la condesa Elsa von Freytag-Loringhoven aparece muerta en el suelo de su cocina, intoxicada por el gas del horno, y sus amigas, entre las que se cuenta Gertrud Stein, no están seguras de que sea un accidente. Sylvia Plath también se mata. Cuando leemos en este Vive o muere los versos «[you did] crawl down alone / into the death I wanted so badly and for so long» [te arrastraste sola / hasta la muerte que tanto y durante tanto tiempo deseé], que Sexton le dedica a su amiga tan solo seis días después de su suicidio, no podemos evitar un estremecimiento. Porque en 1974 se encerrará al fin en su garaje y dejará que el dióxido de carbono emitido por el tubo de escape de su coche termine con ella. Seguir leyendo «Vive o muere, de Anne Sexton (Vitruvio, 2009)»

Hormigón, de Thomas Bernhard (Alfaguara, 2002)

Bernhard+16

 

La ventaja principal de las bibliotecas públicas es que ponen a nuestra disposición una cantidad ingente de libros de forma gratuita. Para quienes tienen poco espacio —o leen mucho— el beneficio de las bibliotecas es incalculable. Pero más allá de estos aspectos prácticos, los libros de las bibliotecas ofrecen detalles que pueden despertar nuestra curiosidad. Hay rastros de quienes han leído ese libro antes, huellas de intereses ajenos que unas veces compartimos, otras no, y que en ocasiones nos sorprenden. Seguir leyendo «Hormigón, de Thomas Bernhard (Alfaguara, 2002)»