Matar a Platón, de Chantal Maillard (Tusquets, 2007)

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Siempre he pensado que la poesía comparte con la música una cualidad irracional. Creo que ya he mencionado aquí su capacidad para cortocircuitar nuestro raciocinio, para puentear la lógica y alcanzarnos en otro lugar, tal vez, más elemental. Lo curioso de este hecho es que ambas disciplinas se levantan sobre los dos instrumentos más racionales de que disponemos: el lenguaje y las matemáticas. De este modo, el intelecto y la sensibilidad, que en un principio parecen contrapuestos, se muestran enlazados a través del arte. Si digo esto es porque música y poesía nos afectan —cuando lo logran, claro está— a un nivel íntimo. Primero provocan la emoción; el entendimiento, si llega, lo hará después. Seguir leyendo «Matar a Platón, de Chantal Maillard (Tusquets, 2007)»

El silencio de las sirenas, de Adelaida García Morales (Anagrama, 1997)

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Suele decirse que los libros no cambian, que cambiamos quienes los leemos. Quiero creer, aunque me cueste hacerlo de verdad, que con los años ganamos algo semejante a la sabiduría. En el fondo, no se trata de otra cosa que de vanidad, de pensar que me he librado de algunas idioteces causadas por la inexperiencia, aunque es seguro que he ganado una cantidad igual o superior de idioteces nuevas. Por eso puede ser interesante revisar algunas lecturas cuando ha transcurrido cierto tiempo y comprobar cuánto coincidimos con aquellas personas que fuimos. Cuando leí por primera vez El silencio de las sirenas, hace media vida, no me gustó. Soy incapaz de recordar los motivos, pero la impresión perduraba. Es más, hace años lo comenté con una estudiante Erasmus que me miró incrédula, porque a ella le había encantado. Creo que ahora entiendo sus motivos. Seguir leyendo «El silencio de las sirenas, de Adelaida García Morales (Anagrama, 1997)»