Es una lástima que Pierre Lemaitre no mantenga a lo largo de Vestido de novia el nivel que consigue en su primera parte. Porque la descripción que hace de lo que parece una crisis psicótica que sufre Sophie Duguet —la protagonista, y cuyo nombre da título a la sección— es convincente y el inicio del relato es brillante. Sin embargo, a partir de este punto, la trama es previsible. Diría que incluso antes, ya en el último tramo de esa primera sección sabemos lo que va a suceder; solo queda descubrir cómo se resolverá la situación y por qué ocurre lo que ocurre.
La asfixia inicial, la confusión que padece Sophie y las tragedias que se acumulan a su alrededor, dejan paso a unas situaciones y unos personajes poco creíbles. En especial el malo de la historia. Es cierto que la imagen de omnipotencia que transmite nos llega a través de su propio diario, pero ni hay carga emocional, ni empatía con él o con sus motivos, y termina desinflándose con precipitación. El último giro, que intenta ser sorprendente y dramático, tiene un punto de ridículo. Como thriller resulta decepcionante, pero al menos está bien escrito.